Por Zaida Caiguara Ramírez (*)

La brecha de género en el sector laboral de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) se está reduciendo progresivamente. Y si bien han mejorado muchos aspectos que antiguamente eran impensados, aún debemos seguir dando voz y visibilidad a las mujeres. Estamos en una sociedad que nos pone etiquetas.

Esto no es algo que haya empezado ahora, sino que data de mucho tiempo atrás. La Argentina tenía esa visión de abrazar a la diversidad, pero a lo largo del tiempo se fueron perdiendo esas tradiciones. Analizando un poco la historia, uno puede ver que hay muchas referentes de las cuales no se habla ni se las reconoce; lo mismo sucede con la cultura: por ejemplo, no mucha gente sabe que, en julio de 1816, por la férrea vigencia del idioma quechua en el Noroeste Argentino y en el Alto Perú, la Declaración de Independencia de las Provincias Unidas en Sudamérica se realizó no sólo en castellano, sino también en el idioma de los Incas.

Como cualquier joven estudiante, una busca tener referentes en su vida, que le permitan seguir un camino y saber por dónde ir profesionalmente. Pero, ¿cómo es posible tener una referente si no se las conoce? Falta más reconocimiento. Ellas están ahí, pero se las esconde. En este sentido, el desarrollo profesional es muy difícil. Buscar un trabajo no resulta fácil cuando una hereda ese pasado y la sociedad actual no se adapta.

Un aspecto clave es el machismo, algo de lo que se ha discutido mucho durante los últimos años. Lo primero que una puede escuchar es: “sos muy exagerada”; “las emociones no te permiten trabajar”. Al parecer, el hecho de tener emociones, se convierte en una barrera. Esto también se ve reflejado en la etapa universitaria: siempre fui la última y estuve sola en casi todos los proyectos que hacíamos en clase por ser la única mujer en el curso. Entonces, ¿cómo es posible salir preparada para el mercado laboral, cuando el problema surge en el lugar que nos debe formar para enfrentar desafíos?

Un dato más para ilustrar mi experiencia académica: solamente había dos mujeres en toda la carrera. Falta poco para poder convertirme en Ingeniera y pienso que en el futuro esa soledad también se hará presente. Es un poco desalentador hablar con mujeres ya desarrolladas profesionalmente, y escuchar que se repiten los mismos patrones.

Contantemente hay que demostrar ¡en exceso! de lo que una es capaz, para que nos den el lugar que nos corresponde. Se subestiman las habilidades técnicas, las cuales deberían estar en primer plano y ser los principales factores a evaluar.

El panorama es difícil, sin dudas, pero por suerte hay muchos actores involucrados que trabajan todos los días para revertir esta problemática que atraviesa lo largo y ancho del país. Diferentes agrupaciones como Club de Chicas Programadoras, Chicas TIC, Media Chicas, Mujeres en Tecnología, entre otras, generan lugares de encuentro, en donde en equipo se trabaja para actualizar viejas estructuras.

Desde el sector privado también se están realizando esfuerzos. Actualmente cumplo el papel de Embajadora para la Promoción y la Inclusión Digital para la empresa de telecomunicaciones Huawei, formando parte de un programa llamado Igual ICT. Desde este lugar busco promover un entorno de igualdad de oportunidades para jóvenes mujeres de todo el país que se encuentren en etapa de formación y desarrollo.

Junto a Huawei Argentina, trabajo para generar conciencia sobre la situación, para romper los estereotipos.

Siempre digo que la opinión que más vale es la de uno mismo. El miedo es una emoción funcional que existe, pero no nos debe ganar a la hora de hacer lo que uno quiere.

Siempre digo que hay que atrevernos a hacer lo que nos apasiona. Durante siglos, fuimos las primeras y estuvimos solas… ¡Ahora nos toca hackear el sistema! El miedo a dar este salto es normal pero esto jamás nos ganó a la hora de lanzarnos a nuestros sueños y no nos ganará.

Si bien el movimiento de la mujer a lo largo de los años ha ayudado a desarrollar grandes iniciativas de género y espacios para nosotras, aún sigue habiendo brechas. El mercado TIC posee grandes oportunidades para poder convertirse en un entorno de igualdad para el desarrollo de mujeres y varones. La “inoportunidad” no puede convertirse en una costumbre, que la costumbre sea la igualdad.

* Es estudiante y docente de ingeniería electrónica en la Universidad Nacional de Tucumán y embajadora para la Promoción y la Inclusión Digital de Huawei.

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