La industria de software en la Argentina no logra cubrir este año más de 15.000 empleos, pese a las iniciativas de capacitación desplegadas desde la Cámara de Empresas de Software y Servicios Informáticos (CESSI) con el Gobierno Nacional, informó la Agencia de Noticias Télam.
Desde el Sindicato Unión Informática estimaron que «la cantidad de trabajadores en actividad es el doble de lo anunciado por la cámara del sector, debido a que la estadística de la CESSI no incluye al sector público y a los trabajadores y trabajadoras informales», según lo señaló Ignacio Lonzime, secretario general del gremio.
El talento argentino para esta actividad ha sido históricamente valorado por la industria global, tanto por la formación académica formal como por la variedad de conocimientos incorporados por los autodidactas.
Las empresas del sector realizan constantes actividades de capacitación de su personal, dado que en esta industria la dinámica requiere de la incorporación de manejo de nuevas tecnologías.
En los últimos años numerosos trabajadores realizan actividades para empresas radicadas en el exterior desde la Argentina, especialmente vía plataformas digitales.
Al respecto, Palacios señaló que «la competencia desleal se genera cuando lo cobrado por el servicio no es facturado e ingresado al país de manera legal, pagando los impuestos correspondientes en cada caso», y precisó que «si vía plataformas no se saltea ninguno de estos pasos no sería competencia desleal».
En ese sentido, Lonzime dijo a Télam que por la «devaluación del peso y la baja del poder adquisitivo, a muchos trabajadores independientes les conviene trabajar a través de estas plataformas», y comentó que en la prepandemia detectaron que por el mismo empleo en la misma empresa el salario en la Argentina era hasta cinco veces menor al del exterior.
Señaló que en la Argentina «no se cumple el compre nacional», y que «empresas no nacionales ganan licitaciones con tarifas más bajas debido a la reducción en los salarios».
Asimismo, dijo que «hay casos de empresas nacionales que no dan lugar a pymes y «start ups» en los proyectos innovadores»:
Consultada por la diferencia entre trabajadores en línea nacionales y trabajadores en línea para empresas extranjeras, Palacios señaló que hay «fundamentalmente dos aristas»: la legalidad de la contratación y la propiedad intelectual.
«Si la empresa extranjera está constituida en la Argentina como persona jurídica, contrata al empleado formalmente pagándole aportes e impuestos, no habría diferencia en este punto», explicó.
Agregó que «lo que está sucediendo en la mayoría de los casos que detectamos es que las empresas no se constituyen en la Argentina, por lo que el trabajador no es un trabajador formal», y recordó que «para las leyes argentinas tanto la empresa contratante como el trabajador están en falta, y por más que hoy sean salarios altos es una forma de precarizar el trabajo».
En cuanto a la propiedad intelectual, precisó que los trabajadores en línea para empresas nacionales «están trabajando y generando propiedad intelectual registrada en la Argentina, y los segundos -que trabajan para empresas radicadas en el exterior- son parte de una cadena de valor cuya propiedad intelectual se registra en el extranjero y probablemente vuelve a Argentina cobrada como licencia y patentes».
Enfatizó que «dónde realmente están las diferencias» es en la cobertura social de unos y otros trabajadores en línea.
«Un empleado en relación de dependencia está amparado por la ley de trabajo, tiene derecho a licencias, vacaciones, medicina prepaga (u obra social) entre otros muchos beneficios (si hablamos del sector IT) .Por otro lado aporta un porcentaje de su sueldo para la seguridad social y según el monto de su haber es pasible de retenciones de ganancias. Esto hace que en mano reciba mucho menos de lo que realmente le cuesta a la empresa», afirmó.
En cambio, un «freelance, se contrata para un trabajo específico, definiendo una cantidad de horas y se paga contra satisfacción del servicio».
Aclaró que «según la ley argentina no se puede contratar un freelance por jornada completa a tiempo indeterminado, en ese caso debería ser contratado en relación de dependencia».
Lonzime, por su parte, marcó como la principal diferencia entre ambos grupos de trabajadores la estabilidad laboral, «la falta de una referencia clara respecto de lo que deberían percibir por el conocimiento que aportan», y la «cobertura social, que los freelancers no tienen»:
«Puede que por lo que cobran puedan pagarse una prepaga, pero el problema en sí es la falta de aporte a la seguridad social»; en referencia a quienes trabajan para el extranjero y no se registran como monotributistas.
Enfatizó que «es un error criticar a los que trabajan para afuera o a las plataformas digitales, porque de hecho varias de esas plataformas no son de afuera, son nacionales: criticar es un error, es eludir la realidad, meter la cabeza abajo de la tierra», indicó.
En su opinión, «se debería aprovechar esta situación para incentivar el ecosistema emprendedor, que se registren como empresas que tengan convenio colectivo de trabajo, como han hecho muchos de los trabajadores en Argentina».
El camino es «normalizar y estabilizar el mercado laboral que hoy está desmembrado y desorganizado», para lo cual «Unión Informática es el punto de encuentro entre las necesidades de los profesionales y del empresariado», destacó.
«El Estado tendría que estar regulando, generando el ámbito para el tripartismo», agregó tras mencionar el proyecto de la Legisladora de la Ciudad, Verónica Tenaglia, para la creación del Polo Científico y Tecnológico en la ex cárcel de Caseros.