
Los dos países de la región con violencia en las calles tenían hasta ahora buenos números macroeconómicos. Y seguro que conseguían créditos en el exterior con tasas inferiores al 5%, mientras que por estas longitudes el riesgo país no baja de 2.300 puntos.
Chile con su crecimiento sin exclusión ajustó a su población hasta que el endeudamiento de las familias encontró en un incremento del pasaje del subte la causa excusa para la reacción popular.
Bolivia, con su modelo inclusivo y fuerte participación del Estado en los negocios, ve degradada la estabilidad democrática, con un presidente que denuncia el golpe de Estado y formula un renunciamiento que no le alcanza a las fuerzas armadas. Y el litio sin salir.
Y el Mercosur sin reconocer el golpe de Estado. Porque eso obligaría a los países miembros a dejar de comprar gas boliviano.
Qué hubiera pasado si la dirigencia política, gremial y social, en Bolivia, hubiera estado junto a Evo Morales, como en Argentina lo estuvo la oposición y el gremialismo al lado de Raúl Alfonsín en Semana Santa del 1987?
Las reglas claras que pide siempre el empresariado, del color que sea, desaparecen por la incertidumbre política que impacta en la economía en un año electoral, como es el caso de Argentina. Qué hacen cuando la inestabilidad democrática estalla?
Hace unos días un consultor de renombre comentó en espacios semi-públicos que en Argentina hace falta incrementar 40% las inversiones en telecomunicaciones para poder pensar en serio en 5G.
Tecnología encarada en serio en Uruguay, que también está en un año electoral y de hecho definirá al nuevo presidente el 24 de noviembre.
Y podríamos hablar horas sobre el CyberMonday que en Argentina mostró un cambio total en el perfil de los consumidores.
Sin embargo, y como ya habrán notado, el tono del #EnOFF no es el habitual, porque una vez más América Latina me duele.