Por Pedro Haliska (*)
Las tecnologías de la información desempeñan una importante función y pertenecen a una de las industrias que más rápido crecimiento han tenido en los últimos tiempos. Según datos publicados por la UIT en 2017, el organismo especializado de las Naciones Unidas para las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), 830 millones de jóvenes tienen acceso a la conexión, lo que equivale a más del 80% de la población joven de 104 países. También traduce un notable aumento en el acceso de banda ancha, sobre todo, en China.
En un tema central como este, el rol del Estado es fomentar políticas que ayuden e impulsen su uso adecuado y el desarrollo de funcionalidades basadas en las mismas que, a su vez, colaboren con el bienestar general y la calidad de vida de cada uno de los ciudadanos. Considerando esto, resulta difícil anticiparse a un tipo de normativa cuando la tecnología avanza tan rápidamente, pero sí pueden establecerse políticas que se ocupen de favorecerla y facilitar su desarrollo e implementación.
Al mismo tiempo, cuando hablamos de tecnología de la información, automáticamente pensamos en telecomunicaciones o informática, pero sin ir más lejos y llevándolo a un plano más terrenal, se trata de cómo lo vivimos en el día a día todos y cada uno de nosotros. Algunos ejemplos de lo que se está haciendo o se puede hacer en grandes ciudades (y no tan grandes) son: el control del flujo vehicular -para que tardemos menos en llegar desde un punto de la ciudad hasta el otro-, favorecer la trazabilidad y la eficiencia del sistema de transporte de pasajeros.
Siguiendo la línea de ejemplos, en lo que respecta al desarrollo de redes 5G, se espera de igual forma un muy buen porvenir para los vehículos autónomos. Representa una de las grandes posibilidades para transporte público en el futuro inmediato, incluso ya hay varias ciudades en el mundo que los utilizan con éxito.
También existen medidas que favorecen la seguridad, vinculadas no solo a identificar cualquier tipo de delito, sino también a un rápido accionar policial ante determinados eventos. A su vez, contribuye a la identificación de zonas seguras e inseguras.
En el campo de la medicina, encontramos la prevención de accidentes y la posibilidad de hacer un seguimiento online que favorezca el buen diagnóstico. Todo esto es posible y sucede cuando aplicamos lo que conocemos como “tecnologías de la información”.
En el futuro inmediato, Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés) será cada vez más revolucionario en el día a día de los argentinos, de formas que ni siquiera podemos imaginar en este momento.
El rol del Estado no se limita únicamente a una comunicación mejor, tener un mayor ancho de banda para navegar más rápido o poder transmitir videos en alta definición, sino además de poder hacer seguimiento de movimientos comerciales, asegurar la recaudación impositiva y hacer telemedición de servicios públicos. Los beneficios que podemos obtener de esta herramienta son múltiples, pero se necesitan políticas que aseguren el desarrollo y las buenas prácticas de estas tecnologías para mejorar la calidad de vida de todos.
(*) El autor es Country Manager de InterNexa en Argentina