Para bien y para mal, el despliegue tardío de internet en Cuba cambió radicalmente las comunicaciones en la isla y, por ende, estableció nuevas formas de contacto para la vida cotidiana e, incluso, para las protestas, informó la Agencia de Noticias Télam.

Como ocurrió en 2010 con las manifestaciones en Egipto, que marcaron un hito dentro de la ola de la Primavera Árabe, las protestas del último domingo en Cuba corrieron en buena medida sobre la herramienta internet.

Sea por un espontáneo efecto cascada o por una reacción elaborada por intereses de sector, la génesis de la protesta contra el Gobierno en San Antonio de los Baños se difundió en directo por Facebook y otras redes sociales, y rápidamente se replicó en otros puntos de la isla, hasta que luego del mediodía se cayó el servicio de 3G durante varias horas.
La proliferación de los teléfonos inteligentes, smartphones, fue la clave para que las protestas se transmitieran en tiempo real, o casi, potenciando la difusión de lo que estaba pasando.
Ocurre que el avance de la red global fue tardío en Cuba, pero vertiginoso para los plazos habituales de la isla.
En 2009, el Gobierno permitió el libre acceso a Internet en las oficinas de correos, que hasta entonces estaba restringido a dependencias oficiales y algunos casos especiales, como los médicos.

Luego del tendido de un cable submarino de fibra óptica desde Venezuela, en 2011, dos años más tarde se abrieron 118 salas de navegación en todo el país, que se unieron a los más de 600 Joven Clubes de Computación y Electrónica de todos los municipios del país, que daban a toda la población la herramienta de búsqueda de información, pero siempre bajo el dominio oficial «.cu».

Desde entonces el acceso a Internet fue total en todas las universidades cubanas y se expandió a otras escuelas y es algo común entre el personal de ciencia y salud del país. Cuba cuenta con 1353 dominios registrados (.cu) y 2500 sitios web, de ellos, 135 pertenecientes a los medios de prensa.

Así y todo, en 2014, cuando el Gobierno de Barack Obama se aprestaba a reabrir su embajada en el Malecón de La Habana, Télam registró cómo decenas de personas se juntaban en torno a las oficinas estatales del barrio del Vedado intentando conectarse.

El escritor cubano Leonardo Padura, residente en La Habana, contó en algún reportaje las dificultades que había aprendido a sortear para acceder a información histórica y documentos que utiliza en sus novelas.

Pero, en diciembre de 2018, el presidente Miguel Díaz-Canel, urgido por la necesidad de modernizar el país, anunció que se habilitaban las conexiones hogareñas y, desde entonces, el aumento de conectividad de la población cubana no paró.

Además, por diversos canales comenzaron a llegar a Cuba celulares y computadoras más modernas y funcionales.

En 2019, ya había en Cuba casi siete millones de usuarios, casi el 57% de la población, y hacia fines de 2020, unos 4,4 millones de cubanos, sobre un total de 11,2 millones de habitantes, accedían directamente desde sus teléfonos, aunque la conectividad sigue siendo deficiente.

El fenómeno no escapó a la atención de medios no estatales de Cuba, que salieron a buscar la forma de tener presencia en la red para llegar a la mayor cantidad posible de cubanos residentes en la isla y fuera de ella.

Por caso, Inventario, que fue fundado en 2018 por la periodista cubana Bárbara Maseda, difunde información extraoficial sobre Cuba y está financiada por la Beca de Periodismo John S. Knight (JSK) de la Universidad de Stanford.
Esa beca le abre a Inventario un universo de colaboraciones que van desde el aporte técnico Silicon Valley a la posibilidad de solicitar fondos «de organizaciones que apoyan iniciativas periodísticas y de datos abiertos, así como donaciones y apoyos de usuarios». Y no es el único medio con financiamiento externo.

Fuente: Télam

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