Alias «el profe», un Maradona de la criptografía. Matemático ilustre, académico y emprendedor, una y otra vez, doctor Honoris Causa de prestigiosas universidades, y ganador de varios premios.

Aunque quienes lo conocen, dicen que sin importar todo ello, Hugo es, simplemente un niño en el cuerpo de un grande.

No vamos a entrar en detalles de su edad, pero digamos que Hugo ya pasó lo 80.

Integrante de -como dicen otres, nunca yo- «la casta de Exactas», el profe tiene la particularidad de ser uno de los pocos académicos que apostó una y otra vez por emprendimientos, y más aún por gestiones en el sector público, como su paso por ARSAT, con su compromiso constante de hacer que las TICS sean simples para cualquier ciudadano, incluso quienes tienen cero conocimiento de los bits y los bytes.

Se recibió de Licenciado en Matemáticas en la UBA y allá en los 70 hizo su posgrado en la Universidad de Zurich, según reza su CV público en LinkedIn.

Lo que no dice el CV es que Hugo es un «gran asador de salmones» y que gusta de invitar a poques pero valiosos amigues a degustar su especialidad.

Dicen de él que es «pionero de la firma digital y de Internet, fundador del Departamento de Computación de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA».

Cuenta la historia que antes de fundar Firmas Digitales en 1997, el ya había «hecho un software de firma digital». El mismo Hugo contó que «se lo mostré a EDS [Electronic Data Systems], y les gustó». «Un día me llamaron para decirme que Interbanking necesitaba mi sistema, pero que debía crear una empresita», rememora este Premio Konex en 2003.

Otro emprendimiento fue Encriptel, para encriptar celulares. Que no evolucionó porque el capital semilla no fe suficiente.

A principios de este siglo, Scolnik también lideró una selección futbolística de robótica. Sobre la génesis de esa iniciativa contó: «en un viaje a California fui a visitar a un ex compañero de Exactas, Enrique Ruspini, que trabajaba en robótica en el Stanford Research Institute».

«Justo él volvía de Corea y allí le dijeron que era una lástima que la Argentina, siendo una potencia futbolística, no participara en el campeonato de fútbol robótico, que se iba a realizar en conjunción con la Copa Mundial de 2002. Me preguntó: ¿Te animás? Pensé que teníamos gente calificada en Exactas en todo lo necesario, así que nos tiramos a la pileta. Compramos unos robots futboleros muy berretas, dada la poca plata que teníamos. Hubo que modificarlos seriamente, y nuestro equipo de científicos comenzó a desarrollar un software totalmente original».

Contó que diseñaron «un esquema de teoría de control que nunca se había usado en ese área. Mediante optimización un robot podía decidir si estaba en condiciones de meter un gol. En caso de no poder, determinaba un pase óptimo a un compañero. También se diseñó un monitor que registraba cada partido y podía mostrar a cada instante lo que cada robot tenía en su cabeza. Esto permitió mejorar el rendimiento».

«Se reprogramaron controladores de Intel y pusimos todo en una computadora de 8 procesadores que donó Hewlett-Packard. Yo diseñé y programé al arquero. Se recibían 33 imágenes por segundo de la cámara de televisión, y el programa las filtraba (por ejemplo descartando rebotes previos a la trayectoria final de la pelota hacia el arco) por medio de un algoritmo de cálculo del movimiento de la pelota, en función del tiempo. En general predecía el punto donde podía entrar al arco con precisión de 1 centímetro».

«Nos fue muy pero muy bien, hasta que perdimos con Austria, que tenía unos robots muy potentes que ganaban atropellando a medio mundo; eran partidos similares a los que ocurrirían si hay un referí que nunca saca tarjetas. Al final del torneo los fabricantes coreanos de nuestros robots nos desafiaron a jugar contra ellos».

«Suponían que nuestra performance se debía sólo a que teníamos una buena cámara, así que dividimos la señal para compartir las imágenes con ellos. Les ganamos 8 a 1», contó el modesto Scolnik.

Nerd o no nerd, Scolnik se divierte con «cosas simples». Muches testigues del sector recordarán un juego de la silla, en un «feliz día de campo» conducido por el mismísimo Silvio Soldán…. Y recordarán que el «profe», «matemático brillante», terminó a upa del anfitrión.

Scolnik, el entusiasta, un tipo al que le brillan los ojos al explicar la importancia de la potencia A y que te llena tres pizarrones de un santiamén solo para mostrarte el algoritmo en el que está trabajando.

Un profe, que disfruté conocer.

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TelcosMedia es para mí la materialización de una idea que me rondaba hace rato, casi desde que dejé de hacer el Telcos, allá lejos y hace tiempo, durante el proceso de desregulación de las telecomunicaciones. La industria atraviesa hoy un momento que en muchos aspectos se parece al de aquellos años. Y yo aquí, con un par de canas más, firme al pié del cañón como testigo privilegiada de un proceso en el que finalmente veremos un mercado que abrirá la competencia de todos contra todos. Y este "momentum" tan especial de la industria, en el que todos los días hay novedades, muchas en ON y muchas más en OFF, es la excusa ideal para este revival telco que está dando forma al TelcosMedia, una aventura en la que espero me acompañen.