Y no sigo la letra porque la canción es muy triste.
Pero era en abril. El mes en el cual el otoño se afianza, aunque con la sequía, las hojas más que doradas estarán secas.
Era en abril, o al menos suponemos que será en abril, la reunión de directorio de Enacom que -quien te dice- traiga los pliegos de licitación de 5G bajo el brazo.
Al fin y al cabo, con tanto por hacer en materia de conectividad, la demora en la implementación de la nueva tecnología es un «clásico» argentino.
Quienes deambulamos por los «pelos» de las telecomunicaciones argentinas recordamos los ríos de tinta sobre al demora de la licitación de 4G… para que, luego de realizada, hubiera otra chorreada de tinta diciendo que Argentina pudo hacer un salto cualitativo en las comunicaciones gracias a poder tener tecnología probada.
Ya sé, 5G es diferente…
Pero esto de dar saltos cualitativos cuando la tecnología está «probada» me remite al «recalculando» que hizo la industria esta semana con la inteligencia artificial, que no es tan inteligente ni tan artificial, si al fin y al cabo aprende de les humanes.
Pero sarcasmo aparte, los excesos observados en estos días por haber puesto a disposición del público usuario la inteligencia artificial, no solo en texto y en audio sino también en imágenes, hizo que desde los países centrales, desde las esferas poderosas de las corporaciones, surgiera la palabra más impensada: regulación.
Así es, los abanderados del mundo libre piden regulación.
Y es que al fin y al cabo… errar es humano…
Y ya que estamos, cuánto de esta movida responde simplemente a los tiempos empresarios para que otra firma distinta sea la que pueda ofrecer una herramienta de IA popular… pero más segura? Cuánto hay de cierto en que la historia de las tecnologías -desde su estado embrionario en la imaginación de algunes hasta su uso masivo- debería haber aprendido de los sacudones que hicieron retirar a los inversores?
Ya saben, nada más cobarde que el capital. Al menor ruido, suelta su plumaje cual pavo real y se vuelca a las inversiones tradicionales. Fijate la cotización del oro en los últimos 24 meses…
No puedo estar más alejada de quienes alientan las tecnologías sin regular.
Si hasta nos avisaron en estas últimas semanas que será la inteligencia artificial la que escriba programas y genere contenido… O sea… programadores y periodistas afuera.
¿No era que la programación era un acto creativo? ¿Puede la inteligencia artificial reemplazar la subjetividad del humano que procura llegar a todes con tal o cual información?
No voy a decir que el periodismo es un arte… pero si, que hay que ser creatives.
Yendo al tema en cuestión, lo que digo es que mientras aplaudimos la carta firmada entre otros por Elion Musk y las propuestas de regulación, la inteligencia artificial ya está naturalizada en muchos aspectos de la vida cotidiana de les humanes.
Boti, Tina, son sólo algunos ejemplos de las herramientas diseñadas para interactuar con les ciudadanes.
Ni hablar de las nuevas herramientas de validación de identidad que tendrán que implementar las empresas y que, obviamente, tendrá a la inteligencia artificial de su lado.
Y allí están, instalados en cada teléfono. O sea, metidos en los bolsillos de los pantalones, de los sacos, en la cartera de las damas… escuchando todo lo que decimos y, sin pudor, sugiriéndonos acceder a más información.
Pero nos horrorizamos por la imagen del Papa Francisco con la campera blanca…
Y como esta es una semana corta, y porque Pascua significa «paso»… demos ese paso necesario para poder evolucionar.
Seamos honestos desde el principio.
Sino… los pasos serán cada vez más cortos y cuando queramos darnos cuenta serán como los del cangrejo… hacia atrás.
Hasta la semana que viene.
