Segunda quincena de enero…
Ya está. Ahora si arrancamos el año 2022.
De ahí que escucharemos diversas propuestas para el año. Del sector público y del privado.
Es lindo, no? Las hojas blancas del cuaderno, el drive en cero, la memoria super liberada… listos para empezar más livianos….o mejor aún….en cero.
…bueno, no tan de cero, porque todes arrastramos historias, errores, aciertos, compromisos y hasta asignaturas pendientes (suéltame Pasado!!!).
Desde la jugada por los pagos móviles, hasta la fidelización de clientes, todas iniciativas que llegan a las manos de los consumidores. A sus manos o a sus teléfonos, que a esta altura ya da igual.
Y a las mismas manos llegan las facturas de estos servicios públicos esenciales y en competencia. Aunque un relevamiento realizado por esta simple cronista de realidades, demostró «científicamente» que el 60% de las personas que saben que tienen su factura en el mail, o que pueden bajarla del sitio del operador que le presta el servicio…normalmente ni la miran.
Así es como terminan descubriendo anonadados por el débito en el home banking que se terminó la promoción y la factura llegó con el doble de su valor.
Ahh… bendita digitalización que tan mal nos acostumbraste.
El relevamiento arrojó que en el grupo etario que va de 25 a 35 años tienen muy aceitado el mecanismo de renovación de promociones, de modo tal que antes de que caiga la promo ya están haciendo alguna gestión para evitar tener que pagar el precio de lista.
Mientras que en el grupo de más de 35, la automatización de los pagos (débito bancario que me hiciste mal…), la digitalización de la factura (hay que cuidar el planeta), y otros factores como la desconexión para aliviar el estrés… hacen que sean los de este grupo los que más se sorprendan con pagos superiores a los previstos.
En el grupo etario sub 25, considerando a los que son titulares de las cuentas de los servicios, se observa una posición más radicalizada: migran de operador sin mucha vuelta ni apego.
Así las cosas, en un país dónde la mitad de las personas que tienen ingresos no llegan a la canasta básica alimentaria, pasó bastante más de un año de intentos por implementar el DNU 690 en su amplia expresión, para que la palabra «segmentación» se instale en el discurso de les reguladores de los servicios públicos.
Cabe esperar que en la ola de segmentar, que irónicamente no empezará por el mercado más digitalizado, sino por la luz y el gas, será este el camino para la estructuración de un sistema de precios o tarifas.
Una segmentación que se base no sólo en la necesidad del uso, porque a dos años de pandemia en curso todes sabemos que ese concepto está super corroborado; sino en la capacidad de pago de las personas.
Asequibilidad, le dicen…. vio?
Dicho esto.. hasta la semana que viene!