8 dólares. Ese es el precio promedio que se paga por el número de una tarjeta de crédito con crédito por U$S 5.000. Pero lo relevante no es el valor que «más o menos se mantiene desde hace un par de años», sino que el 80% del fraude con tarjetas ocurre en las transacciones no presenciales.
Dale, en serio? Sí, claro…
Como promocionás el comercio electrónico, justo ahora que es un recurso crítico, después de decirme esto? Porque es un dato a nivel global…
Y además porque en el 100 Segurinfo 4.0 Latam -vaya enormeeee felicitación a USUARIA- los que saben del tema de seguridad dejaron en claro que los atacantes incorporaron tanta IA que sólo resta hacer lo mismo.
Ataque y defensa, defensa y ataque, así estamos. Si hasta el director nacional de Ciberseguridad, afirmó que uno de los ejes de su gestión es el trabajo con el sector privado para generar «entornos seguros»; prolijidades aparte, están hablando de política «preventiva» de seguridad en el ambiente digital, no sea cosa que venga Berni y me grite que no.
Grandes verdades que volvemos a escuchar, tienen que ver con que «el eslabón más débil somos las personas» con un 94% de phising via email, y que obviamente a mayor inversión en ciberseguridad, mejores resultados.
EL CEO de GM Sectec, Héctor Guillermo Martínez, nos contó que desde Visa están trabajando en capacitar e incentivar a inversiones en toda la cadena de pago, porque, entre otras razones, en este escenario de digitalización a la fuerza, los comercios con transacciones no presenciales deben cumplir con los mismos requerimientos que un comercio físico que realiza 2,5 millones de transacciones. Lo que se dice un nivel 2.
En particular sobre Argentina, Martínez marcó que «parte del reto es que no ha migrado el 100% de los puntos de venta a tarjetas de microcircuito, y al no tener esa migración, los puntos de venta están mas susceptibles a los ataques».
«Es mucho más fácil filtrar datos cuando no es un chip», dado que «el criptograma es mucho más seguro que la banda magnética».
Esta situación hace que haya un escenario de «alto riesgo para el mercado en Argentina».
Desde que el coronavirus obligó a tomar medidas sanitarias en América Latina, el robo de datos personales (phishing) aumentó un 55%, el malware un 28% y el ransomware, un 19%; al tiempo que las transacciones electrónicas aumentaron 80%, según Forbes.
La gerente regional de DarkTrace, Laura Jiménez remarcó en el evento que «la inteligencia artificial se utiliza de modo ofensivo y defensivo» y que como «la tecnología aprende de si misma», ya no podemos pensar que «podemos prevenir ataques futuros basados en los anteriores».
Roberto Ricossa, de F5, dejó en claro en Segurinfo 4.0 que la política es «Desconfiar de todo y de todos». Así estamos.
Mientras que en el cierre los responsables de ciberseguridad de Telecom y Telefónica, dejaron en claro que: la pandemia obligó a la digitalización, pero no alcanzó la transformación cultural y ahí volvieron a la vulnerabilidad más común de todas: el ser humano.
Más en un escenario de «compartimiento» de los dispositivos como experimentaron en estos tiempos de pandemia y aislamiento social.
Ambos marcaron la «visibilización» como una necesidad para poder asegurar lo que pasa. Ver el tráfico, entender como se comportan las personas. En fin…
Que «vean todo «.. y me corre un frío por la espalda.. pero como sostuvo ya hace unos cuantos años una reina de la sociología «seguir discutiendo la privacidad en tiempos de redes, es inútil».
Como soy más analógica de lo muchos creen y mientras lidio con la lentificación del trabajo remoto, no avalo así como con toooodo la posición, pero ese es otro tema, un debate inconcluso que en algún momento en el corto, máximo mediano plazo, traspasará los foros y redes para meterse en las reuniones del Parlamento Nacional.
O no. Ponele. Por lo pronto… yo dejo de verlos, hasta la semana que viene.